EL OTRO LADO DE LAS COSAS “EL TRISTE ESPECTACULO DE LA VEJEZ”


Por Lucio Bobadilla
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Tengo 71 años Gracias a Dios, y ya formo parte de este “espectáculo” que particularmente cada fin de mes se pone en escena frente a los diferentes bancos o instituciones publicas o privadas adonde acudimos a intentar sobrellevar las cruces de nuestras sobrevivencias. Esta última palabra, es nuestro primer inconveniente. Debemos “demostrar” que sobrevivimos, como si fuera que el bastòn común, el de tres patas, el andador, la silla de ruedas, o el simple brazo de un acompañante que sostiene a tanta gente de mucha mas edad, no fuera suficiente para derrotar a la burocracia que nos exige huellas digitales, certificados de la policía etc.etc. 
Todo sistema de contralor impuesto ante tantas situaciones irregulares, que permitìa el cobro de jubilaciones y pensiones a quien no se merecía, o no vivía en este país y fijaba domicilios truchos, està perfectamente claro, lo que también debía ser mucho mas 
claro aùn, es el trato que se prodiga, a quienes en largas filas bancarias, o registros civiles, de Clorinda realizan gestiones de distinto tipo. En algunas como Anses o Pami, se destacan la atención por la organización de los respectivos turnos para cada sector requerido . Lo mismo ocurre en la Sucursal del Banco Provincia del complejo de Viviendas. El problema serio se plantea, en los médicos que designa el Pami, y la inexistencia, y falta de organización, o creatividad, de un sistema de turnos para la atención de cada uno de nosotros ya que el “sistema” aplicado està basado en “quien llega primero” a los consultorios, y “los pacientes” llegamos a las 7 de la mañana, para comenzar a ser atendidos, en algunos casos recién a las 10 de la mañana, y en el mejor de los casos desde las 9. Dos o tres horas esperando, nos convierte automáticamente de “pacientes” en “impacientes”. Mucho màs cuando algún profesional desconsiderado, nos comunica, a través de su coqueta secretaria, que “hoy no atenderà el Dr. Fulano por la mañana, vengan a la tarde”. Las malas palabras aprendidas de chico, y perfeccionadas de muy grandes, están a flor de labios, sujetadas a duras penas, por una educación con cinturones de seguridad , nos retiramos en esos casos con la presión alta, y muy vulnerables a un ACV, u otras consecuencias graves, cargados con IHM, es decir indignados hasta la mèdula.. 
La muerte de una señora en la fila de la sucursal del Banco Nacion Clorinda, descompensada por una larga espera para digitalizar sus huellas dactilares, colmo el vaso de la indignación de quienes creemos que la falta de sensibilidad de las autoridades del banco en particular, por no preveer la presencia de auxiliares de la salud en forma permanente en esos horarios de largas esperas y altas temperaturas, pueden convertir este antecedente mortal, en tan solo el comienzo de otras situaciones similares. Con el agravante de la escasa crìtica sobre el caso, simplemente porque la fallecida de 85 años era paraguaya y de Ipacarai, como si no fuera un ser humano digno como cualquiera de nosotros, de merecer una atención màs humana. O el avance de los años o la vejez, nos convierte en seres descartables para una parte de la sociedad, una sociedad , con síntomas de enfermedades que solamente pueden ser curadas si tomamos conciencia de ellas, y nos decidimos a combatirlas. La indiferencia, el egoísmo, la soberbia, muchos de estos síntomas visibles notoriamente en personas que se desempeñan al frente de instituciones con obligaciones de servir al prójimo. El Banco Naciòn Clorinda ya debió hace mucho tiempo, habilitar una sucursal, en otro sector de la ciudad, como el sector de viviendas, o el Barrio Primero de Mayo, tan extenso y poblado como el mismo sector céntrico de Clorinda, lo que posibilitaría una mejor atención en todos los servicios que brinda. 
¡ Estàs soñando! , me dijo un amigo cuando le comente esta misma inquietud. “Si no son capaces de habilitar mas cajeros, en otro sector de la ciudad, vos crees que van hacer un nuevo banco, me expresó muerto de risa!............
Pero la risa se borrò y hasta brotaron algunas làgrimas, cuando recordamos el fallecimiento de esta señora en la larga fila que esperaba tan solo para “identificarse” a través de sus huellas dactilares. Nacemos para vivir, y nuestro capital mas grande que nos da la vida, es el tiempo precisamente. El largo tiempo de vida de Doña PATROCINIA OCAMPO no justifica de ninguna manera, el maltrato a que fue sometida por una burocracia fría y desalmada, que nos pone en largas filas, y largas horas, a los abuelos que pretendemos cobrar nuestros haberes, o “demostrar” que estamos vivos, para “justificar” nuestros ostentosos sueldos de jubilación mínima. Que la luz que no tiene fin, brille para el alma de Doña Patrocinia, y que la luz que falta, ilumine la inteligencia de quienes como funcionarios del estado, y a través de cualquier institución, están obligados a cuidarnos, o por lo menos a no matarnos en una fila de Banco. Puede que asì, vean con claridad, el otro lado de las cosas.-




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