--------------FOTO:Año Nuevo de 2017: María Elvira, su concubino y su sobrina.------------
La nota fue publica el Infobae :
J., de apenas 12 años, aseguró ser
entregada a abusadores por su propia mamá. Sus tíos que tienen su custodia y la
trajeron a vivir a Longchamps fueron denunciados por maltratos brutales. La
Policía allanó la casa de los tíos para encontrarla, pero J. ya no estaba.
El 23 de febrero último, Ramona y
su hermanastra mayor, María Elvira, se encontraron frente
a una mediadora en el Centro de Resolución Alternativa de
Clorinda, Formosa. Alcadia, la madre de ambas, había
muerto a fines de 2017, pero el problema a resolver era otro.
Ramona,
empleada doméstica según ella misma, vivía en un
rancho sin número en la parte del fondo del terreno de su madre y
tenía ocho hijos con Juan Pablo, changarín. Ya no los
podía a cuidar a todos, reconoció en la mediación, no tenía trabajo estable, ni
ella ni el padre de sus hijos, que había tenido un empleo en blanco por última vez
hace cinco años atrás.
---------------------------------------FOTO:J., en la Escuela N°8, ya rapada.---------------------------
J., de 12 años de edad, la menor de los ocho, había
sido responsabilidad de su abuela ya muerta durante casi toda su vida. María
Elvira, decidieron las hermanas, se haría cargo de la nena ante
el deseo de sus padres de "una mejor educación y calidad de vida"
según constó en el acta de la mediación.
La tía la
llevaría a vivir a J. con ella y con su concubino, mecánico en
una fábrica, a su casa tipo dúplex en la zona de Ministro Rivadavia en
Almirante Brown. Se encargaría, según se comprometió en la
mediación, de la manutención de su sobrina, de vestirla y alimentarla, de
anotarla en una escuela cercana y que estudie. Ramona y
Juan Pablo podrían verla, tendrían derechos de visita, voz y voto en el rumbo
de su educación y hasta elección religiosa según el acuerdo.
El cambio no parecía forzado, al menos en los papeles. María
Elvira y Gustavo conocían bien a su sobrina, decían tener buena relación con
ella, ya habían compartido un asado con tira y chinchulines el
Año Nuevo pasado. J. posó junto a sus tíos para la
foto frente a la parrilla, se la veía bien, sonriendo, con pelo negro y
largo.
J., ya en
la casa de sus tíos en el Conurbano bonaerense, entró a clases a comienzos de abril en
cuarto grado de la Escuela N°8 de su barrio, a pocas
cuadras de la casa de sus tíos. El pelo negro y largo no duró mucho, apareció
rapada en el aula poco después. "Piojos",
dijeron sus tíos.
No fue
mucho a clase tampoco. Sus tíos llamaron varias veces a la N°8 para
decir que no podía asistir, que estaba en Formosa por la muerte de un familiar,
"una prima-hermana de su madre." La directora fue varias veces a la
casa a buscarla, también trabajadores sociales, para no
encontrar a nadie.
La
escuela dejó de tener señales de J. poco después,
los tíos dejaron de llamar para dar excusas por sus ausencias.
------foto: El patio donde vecinos del barrio Ministro Rivadavia aseguraron ver a J. llorar por comida y dormir en una carpa-----------------------------------------
Y en todo
este relato hay algo que está mal, totalmente, profundamente mal.
La
directora de la N°8 se había presentado a denunciar lo
mismo que vecinos de los tíos de la menor reportaron en el
Servicio Local del barrio. La "mejor calidad de vida" que María
Elvira acordó para J. con su media hermana no estaban en los relatos de la
gente de Ministro Rivadavia.
Aseguraron
veían a J. dormir en "una carpita" en el fondo de
la casa de sus tíos, que la oían llorar por comida y que se la daban a través
de la reja del frente de la casa con el techo cargado de
chatarra o por la medianera, que la vieron con un tajo en la cabeza, lavándole
el auto al tío en la vereda con poca ropa en un día frío,
manguera y esponja en mano.
En
paralelo, María Elvira, según la denuncia de la directora, se
presentaba en el Servicio Local para tramitar el DNI de J., asegurando que
estaba bien, que estaba yendo a la e escuela.
Los movimientos de la
tía se volvieron mucho más esquivos tiempos después; la
reja negra de la entrada fue tapada con un nylon celeste desde
la parte de atrás.
Hubo,
curiosamente, otra denuncia con respecto a J. que
ingresó este año en los tribunales de Lomas de Zamora sobre
el Camino Negro por un delito más grave que hambrear y maltratar a una menor,
reducirla a una sierva en una carpita de juguete sobre un patio de cemento.
María Elvira misma fue quien la realizó, con un
acta policial firmada el 19 de abril en Adrogué. El delito: abuso sexual. La víctima:
J., su sobrina. La acusada: la propia madre de la menor, la
media hermana de María Elvira, con un expediente que recayó en primer término
en la UFI N°9 de Lomas de Zamora. Una llamada telefónica desde el Servicio
Local, dice el acta, ordenó que María Elvira
"resguarde la integridad física, psicológica y psíquica."
La ironía
y el espanto del sistema son dobles: una menor de 12 años, de una familia
pobre, presuntamente abusada, reducida a la servidumbre, a
vivir como un animal en un patio en uno de los inviernos más crudos en años,
movida de una provincia a otra, su madre y su tía sus supuestas
victimarias y sus únicas responsables.
Y a todo
esto: ¿dónde está J. hoy? El allanamiento
ordenado por la UFI N°2 de Lomas de Zamora a la casa de María Elvira en
Ministro Rivadavia tras la denuncia de la directora del colegio dio resultados
negativos. "La movieron", dicen en el barrio, "se
apuraron y la movieron."
"No la encontramos a la menor, pero pudimos averiguar dónde
está", asegura alguien en la UFI encargada
de la causa. La respuesta desde la familia sobre el paradero de la chica
es un poco más terrible: "Está en Clorinda con la
madre", afirma la tía María Elvira desde su
celular a Infobae.
Agustina,
su madre, dejó asentado su teléfono personal en el acta de mediación para ceder
la guarda de su hija. Nadie contesta hoy en
ese número.
Lo que
dice la denuncia de su propia media hermana sobre ella es aterrador.María
Elvira declaró, según ella misma, repitió ante la Policía lo que su propia
sobrina le dijo tras ser operada de apendicitis en el Hospital Meléndez.
Aseguró que Ramona le entregó a J. a su madre cuando tenía nueve meses, que en
Formosa su sobrina le pidió de rodillas "tía por favor
llevame" porque su madre, aseguró la tía en su
denuncia, "me
vendió a un hombre en el campo y ya me entregó a su hermano político, me ató de
las muñecas y me violó."
María
Elvira al escuchar esto "prefirió callar y no decirle nada a su
hermana", dice la denuncia. Poco después, Ramona accedió entregarle a su
hija. Ya en el Hospital Meléndez, J. dijo que ya "no era
señorita" y que "la madre, cuando tenía ocho años, la obligó a tener
relaciones con su padrastro." Una ginecóloga del
Meléndez, asegura el reporte firmado y sellado por una agente de policía,
revisó a J.: encontró, supuestamente, signos compatibles con un
abuso sexual.
La causa
por abuso ya no está en la UFI N°9. Fuentes en la fiscalía aseguran
que la UFI N°2 requirió el expediente. Mientras tanto,
intentar determinar quién debe hacerse cargo de encontrar
y resguardar a J. de sus posibles victimarios se vuelve
difícil.
En la UFI
N°2 señalan
al Servicio Local cuando se les pregunta. "Si ellos pidieron el
allanamiento", dice una fuente. Desde el Centro de
Resoluciones en Clorinda que ofició la mediación para la guarda de la menor
aseguran no tener la potestad para ir a buscarla o
para que quienes acuerdan una mediación en el lugar cumplan sus términos
pactados.
Así, una
menor en riesgo se convierte en una bola en el flipper del Estado.
Mientras tanto, en Ministro Rivadavia se hablan otras cosas. "¿María
Elvira?", se sorprende un vecino sobre la tía. "¿Qué?
¿No se llamaba Jacqueline?"
Más allá
de un nombre inventado, María Elvira aseguró ser policía en la
mediación, su información previsional no muestra ningún empleo en
blanco pasado o presente de ningún ministerio de Seguridad y su nombre no
figura en la base de datos del personal de la Policía Bonaerense. Los
movimientos en su casa empezaron a ser más escasos, los vecinos solo ven gente
de noche "desde que empezó todo lo de la nena."
"La
criatura se abrigaba con una toalla vieja, pedía papel y lápiz
para escribir por la medianera, la escuchabas llorando, le
dabas una manzana y te pasaba el cabito de vuelta para no dejarlo en el patio,
te rompe el corazón", asegura alguien que la vio de cerca.
Ramona,
la madre de la menor, no contesta su teléfono ni tampoco los mensajes a sus
múltiples perfiles de Facebook, pero María Elvira atiende. No
corta el teléfono. Escucha que es un periodista el que llama y calma la
respiración en vez de apretar la parte roja de su pantalla touch,
piensa un segundo. Después contesta.
-¿María Elvira?
-¿Quién
habla?
-Federico Fahsbender, periodista de Infobae.
-Sí…
-Le pregunto por su sobrina. La Policía la
está buscando, allanaron su casa.
-¿Mi
casa?
-Sí, hace una semana.
-Ah, sí,
sí. Vino la Policía.
-¿Con quién está su sobrina?
-Con la
madre, en Clorinda.
-¿Usted no denunció a la madre por abuso?
-Cuando
ella la operaron del apéndice habló, en el hospital…
-Y usted denuncia a su hermana.
-Sí…
-¿Quién lleva a J. a Clorinda?
-Fuimos
por el fallecimiento de mi prima hermana y ella se quiso quedar
allá.
-La verdad que no me cierra. Dijo cosas
gravísimas su sobrina. ¿Por qué se quiere quedar ahí? Los padres de J. le
firman la custodia a usted.
-No
sabría decirle. Me atendió la que me atendió allá y me dijo que yo no podía
traer una menor en contra de su voluntad. No soy la madre.
-Pero usted tiene la tutela.
-Eso es
lo que me informaron a mí. Yo le comenté a una trabajadora social que quería ir
y que dijo que sí, que podía llevarla.
-A usted la denuncian por maltratos a la nena.
–Eso
fue todo mentira. Vino un doctor con la visitadora social
antes de que vinieran a allanar y constataron que la nena estaba bien. La
verdad no sé, nunca me informaron. Yo me presenté por orden de un doctor a ver
a la visitadora social, yo nunca la traté mal a ella. Ella iba a la
escuela, la anoté sin documentos, no tenía documentos. Fue poco tiempo por la
salud de ella, la operaron del apéndice. No sé qué habrá pasado. Estaba por
intermedio de un psicólogo, una parte dice una cosa, dice otra. Ella
contó barbaridades. Se lo conté a la madre y me dijo que la misma historia que
hizo acá la hizo allá en Clorinda.
-¿Dice que su sobrina miente?
-Yo creo
que sí. Lo dice la propia madre.
-Entonces, si su sobrina miente, ¿por qué le
toma la palabra y denuncia a su hermana por un delito gravísimo?
-No, no,
no. Yo simplemente denuncié por la menor. En ningún momento manifesté nada, no,
no, no.
Fuente INFOBAE.
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